La transformación digital no es simplemente un cambio tecnológico: es un desafío estratégico que redefine la forma en que las empresas crean valor, se conectan con sus clientes y lideran mercados. En un entorno global competitivo, llevar la innovación del concepto a la práctica requiere visión, audacia y la capacidad de romper barreras tradicionales. Convertir la digitalización en resultados tangibles es hoy una de las mayores pruebas para líderes y organizaciones de todos los sectores.
Arquitecto de Innovación Global
Juan José de la Torre es un referente en transformación digital, estrategia e innovación. Fundador y CEO de Raven, una firma de consultoría global en innovación y disrupción con presencia en varios países, es reconocido como uno de los 18 líderes globales en Transformación Digital. Combina experiencia en consultoría, corporativos y emprendimiento a lo largo de Latinoamérica.
A lo largo de su carrera, Juan José ha fundado y vendido tres startups, invertido como ángel en 14 empresas emergentes, fundado incubadoras y aceleradoras pioneras en Medio Oriente, y asesorado a la ONU y la OCDE en movilidad e innovación. Su liderazgo lo ha llevado a compartir su visión en más de 100 conferencias internacionales y a ser citado por medios como Forbes, Financial Times, Wall Street Journal y la Fundación Bill & Melinda Gates. Autor y mentor, su enfoque integra estrategia, diseño y tecnología para generar resultados sostenibles, demostrando que la innovación no es teoría: es acción y transformación real.
En el marco del Volcano Summit 2025, Entorno VC tuvo el privilegio de entrevistarlo, explorando los desafíos más grandes al llevar la innovación digital a la práctica y los aprendizajes que pueden inspirar a líderes y empresas a transformar sus organizaciones con éxito.
A continuación, parte de la conversación:
¿Cuál crees que ha sido el desafío más grande al convertir la innovación digital en una realidad práctica en diferentes regiones del mundo?
Creo que muchas personas simplemente no se atreven, literalmente no se atreven. Como comenté en mi charla, cuando has tenido éxito, cuando te ha ido muy bien, como ocurre en Latinoamérica, donde hay empresas que comenzaron desde cero y hoy son conglomerados internacionales presentes incluso en Estados Unidos y Europa, resulta mucho más difícil arriesgarse a hacer algo diferente.
Es mucho más sencillo seguir la inercia de lo tradicional, continuar con lo que nos ha funcionado y apostar por la innovación incremental: ese 10% de mejora que el usuario ni percibe ni valora. Esto nos coloca en una situación muy frágil, porque hay datos que indican que el 80% de los clientes se cambiarían si tuvieran la posibilidad de hacerlo fácilmente. En otras palabras, cuatro de cada cinco clientes podrían irse simplemente si tuvieran una opción sencilla para cambiarse.
Frente a esto, las grandes corporaciones deben actuar. Los ejecutivos, especialmente los CEO, los CXO y quienes ocupan posiciones de liderazgo, tienen que atreverse a hacer algo distinto, cuestionar el statu quo y enfocarse realmente en resolver los problemas de sus clientes.
Una de las principales problemáticas, como señalé en mi charla, es que muchas empresas piensan de adentro hacia afuera: desarrollan productos centrados en sí mismas, en lugar de partir de las necesidades o fricciones que enfrentan sus clientes.
¿Qué elementos son esenciales en un ecosistema para impulsar la verdadera disrupción, más allá de solo mencionarla?
Lo que yo destacaría es que un ecosistema realmente efectivo debe centrarse en resolver problemas concretos, y los emprendedores, como comentaba con otros periodistas esta semana, deberían estar motivados por solucionar una problemática, no únicamente por hacerse millonarios.
Hoy en día, mucho del enfoque de los emprendimientos o incluso de las startups se concentra en levantar rondas de inversión y generar un efecto de bola de nieve, en lugar de abordar problemas reales. Por eso creo que el ecosistema debería penalizar a quienes solo levantan dinero sin generar soluciones, y premiar a quienes realmente están resolviendo cosas, aunque su crecimiento “en papel” parezca menor.
Hablando con venture capitalists o capitalistas de riesgo, me comentaban que prácticamente el 90 % de los fondos de venture capital en Latinoamérica no están devolviendo el dinero. Eso indica que, después de diez años, no han creado valor; en muchos casos, lo han destruido. Existen excepciones, claro, pero es un problema real. Ahí es donde el ecosistema debe enfocarse de manera genuina.
Quizás el emprendimiento tenga un ritmo menos acelerado, pero cumple la función de resolver problemas concretos. Y creo que conceptos como el impacto social, la cohesión social y el desarrollo de Latinoamérica deberían ser pilares fundamentales dentro del ecosistema.
¿Cuál crees que es el mensaje más importante que deberían llevarse los emprendedores y líderes del Volcano Summit sobre el futuro de la innovación tecnológica en Latinoamérica?
Primero que nada, quiero felicitar a Volcano Summit y reconocer que tener un evento de este nivel en Guatemala es realmente impresionante. Vine por primera vez el año pasado y, sinceramente, quedé blown away; me sorprendió mucho. Para mí, es uno de los mejores eventos no solo de Latinoamérica, sino a nivel mundial, reuniendo a distintos actores del ecosistema: emprendimientos, impacto social, corporaciones y más.
En cuanto a tu pregunta, creo que lo más importante es atreverse más. Muchas veces, viniendo de Latinoamérica, esperamos que la innovación nos llegue desde otras regiones, que nos enseñen cómo hacer las cosas. Pero tenemos muchísimo que ofrecer y podemos enseñarle al mundo desde nuestra región.
Raven, por ejemplo, nació en Chile, un país pequeño de Latinoamérica, y hoy generamos disrupción global para algunas de las principales empresas del mundo. Nosotros hemos podido hacerlo, y estoy seguro de que muchos otros también están logrando cosas similares. Cada persona que asiste al Volcano Summit debería llevarse la idea de que es posible: esto no se trata solo de dinero ni de resultados a corto plazo; se trata de perseverancia, resiliencia y, sobre todo, de enfocarse en resolver un problema real.
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