Latinoamérica atraviesa un momento único. Tras décadas funcionando como espectadora del avance tecnológico global, hoy es protagonista de una transformación histórica: el talento de la región compite de tú a tú con los mercados más consolidados, la innovación dejó de ser una excepción y los inversionistas internacionales miran hacia los países emergentes con un interés sin precedentes. Ya no somos un ecosistema que sigue tendencias: somos un motor que genera soluciones, estructura capital y redefine el mapa mundial del riesgo y la oportunidad. En medio de este despertar, voces líderes han surgido para guiar a emprendedores, inversionistas y organizaciones hacia una nueva etapa de profesionalización y ambición global.
Boris Lancheros: una visión global para transformar el Venture Capital regional
Entre esos líderes destaca Boris Daniel Lancheros Monsalve, un referente en la sofisticación del Venture Capital latinoamericano. Su trayectoria integra inversión, consultoría estratégica, gestión de riesgo, formación de talento y una profunda comprensión de las dinámicas globales. Con estudios en Estados Unidos, Francia y Colombia, ha logrado construir una visión integral del activo de riesgo, combinando rigor técnico, sensibilidad cultural y un entendimiento preciso de cómo operan los mercados emergentes. Su paso por Endeavor Catalyst, su participación en VC Lab y su trabajo en más de 48 países le otorgaron una perspectiva privilegiada: para liderar en mercados complejos, primero hay que entenderlos con respeto, mapear sus actores y luego amplificar su potencial transformador.
Esa visión lo llevó a fundar Lanchmon, una firma multiestrategia creada para impulsar la evolución del capital de riesgo en la región. Desde allí acompaña a family offices, ángeles, futuros gestores de fondos y startups en la construcción de una mentalidad verdaderamente global. Su objetivo es claro: elevar el estándar de cómo se invierte, cómo se construyen compañías y cómo se integra Latinoamérica al flujo internacional de capital. Su trabajo ha consolidado un puente entre mercados desarrollados y emergentes, permitiendo que ambos “hablen el mismo idioma” y creando conexiones que expanden oportunidades en cada dirección.

Una conversación que revela el futuro del Venture Capital en la región
En Entorno VC tuvimos la oportunidad de conversar con él en una entrevista que ilumina los retos actuales del ecosistema, las tendencias que definirán el futuro del capital de riesgo y la importancia de construir con propósito. A lo largo de esta conversación, Boris comparte aprendizajes profundos sobre liderazgo, sostenibilidad, sofisticación del activo y el rol que juegan tanto emprendedores como inversionistas en la nueva etapa que vive la región.
Su trayectoria combina inversión, consultoría y formación de emprendedores. ¿Cuál ha sido el principio rector que ha guiado sus decisiones de liderazgo a lo largo de su carrera en el ecosistema de Venture Capital?
Creo que, cuando analizamos cómo tomar decisiones, lo primero es comprender las dinámicas del entorno. No es lo mismo decidir en Asia Pacífico, Latinoamérica, África o Europa. Cada contexto tiene particularidades, y entenderlas nos orienta hacia decisiones más acertadas. En segundo lugar, es fundamental reconocer y aprovechar la diversidad en la forma en que se decide en cada región. Y, en tercer lugar, debemos considerar el impacto que esas decisiones generarán.
En el ámbito de la inversión, hablamos del aspecto multiplicador: cómo una decisión —ya sea de inversión, capitalización o mentoría— puede impulsar la creación de empleo, motivar a nuevos emprendedores o favorecer el desarrollo de productos y servicios que transformen la vida de miles de personas.
Mi trayectoria y experiencia me han enseñado que, al llegar a un nuevo lugar, lo primero es conocerlo con respeto: entender a su gente, sus valores y sus costumbres. Luego, comprender las dinámicas y actores de ese ecosistema. Y finalmente, identificar cómo potenciar ese efecto multiplicador en cada mercado.
Como fundador de Lanchmon y gestor de fondos multiestrategia, ¿Qué habilidades considera fundamentales para evaluar oportunidades en mercados emergentes, y cómo ha afinado estas capacidades a lo largo de los años?
Cuando hablamos de capacidades de inversión, es importante considerar dos perspectivas.
La primera tiene que ver con el cambio en el flujo del capital de riesgo a nivel global. Hoy, mercados como Estados Unidos muestran una tendencia a diversificar sus inversiones hacia regiones emergentes. La innovación y la inversión ya no se concentran únicamente en Silicon Valley o Nueva York, sino que también surgen en hubs emergentes alrededor del mundo. En Latinoamérica, por ejemplo, países como México, Colombia, Brasil o Chile destacan; y en África, Nigeria se ha convertido en un referente donde nacen nuevas tecnologías. Esto demuestra que el flujo de dinero ya no se dirige solo a mercados desarrollados, sino también hacia territorios donde están emergiendo innovaciones relevantes.
La segunda perspectiva se relaciona con el talento. Ya no está concentrado únicamente en Silicon Valley o en India. Cada vez es más evidente que el talento de regiones como Latinoamérica, África o Asia puede competir de manera directa con el de los mercados más consolidados. Hoy vemos desarrolladores, fundadores e inversionistas de alto nivel en países en desarrollo, y no es extraño que empresas globales contraten talento latinoamericano, porque es reconocido por su calidad y competitividad.
Este fenómeno nos lleva a un tercer punto: el reordenamiento del panorama mundial de oportunidades. Latinoamérica y otros mercados emergentes se han convertido en activos atractivos para el capital de riesgo, lo que impulsa la innovación y el desarrollo. Los emprendedores están demostrando que existen oportunidades, pero también los inversionistas se están sofisticando. Las alianzas de co-inversión entre mercados globales y actores locales están creciendo, lo que profesionaliza tanto a las startups como a quienes invierten en ellas.
Un fondo de inversión en Estados Unidos, por ejemplo, suele entrar a mercados emergentes a través de un co-inversionista local, quien también atraviesa un proceso de sofisticación. Esta colaboración solo es posible cuando ambos hablan el mismo idioma: conocen la realidad del ecosistema, entienden el activo y pueden operar con la misma lógica que en mercados desarrollados.
Ha participado en programas como VC Lab, Endeavor Catalyst y múltiples bootcamps de fundraising. ¿Qué aprendizajes clave de estas experiencias han moldeado su visión sobre cómo construir fondos sostenibles y startups resilientes?
Mi experiencia en Catalyst me permitió operar en más de 48 mercados alrededor del mundo. Y algo fundamental que aprendí es que invertir en mercados emergentes no se trata solo de colocar capital, sino de comprender profundamente las dinámicas del ecosistema empresarial.
¿A qué me refiero? Cuando llegábamos a un mercado —ya fuera en Latinoamérica, el Sudeste Asiático u Oriente Medio— nuestro primer paso era entender los factores que articulaban ese entorno. Si visitábamos Colombia, México, Chile, Nigeria o Uruguay, analizábamos quiénes eran las aceleradoras, los fondos de inversión, las universidades, el gobierno y todos los actores que conformaban el ecosistema emprendedor. Esta visión integral no solo permite identificar qué necesita un fundador para avanzar de un punto A a un punto B, sino también comprender quiénes son los responsables de impulsar el desarrollo del mercado y cómo la innovación puede actuar como un verdadero catalizador.
Lo segundo es asumir que la tecnología y la innovación también nacen en los mercados emergentes. Romper con la idea de que solo los mercados globales generan avances tecnológicos abre la puerta para que estas regiones compitan de tú a tú con ecosistemas más desarrollados. En ese sentido, entender la integridad del ecosistema permite identificar con claridad qué falta para que la innovación ocurra y cómo potenciarla.
En su rol como educador y mentor de emprendedores en etapas tempranas, ¿Qué errores recurrentes observa en los procesos de levantamiento de capital en Latinoamérica y qué cambios estructurales considera urgentes para mejorar el acceso al financiamiento?
Lo primero es reconocer que en Latinoamérica estamos atravesando una transición, y que muchos emprendedores enfrentan una barrera fundamental: no pensar en lo global desde el día uno. ¿Qué significa esto? Que necesitamos crear soluciones que no solo funcionen para un país, sino que tengan una visión internacional desde su origen.
Cuando un emprendedor busca capital institucional, debe entender que los fondos invierten en negocios con alto potencial de escalabilidad y mercados amplios, para asegurar el retorno de su inversión. Por eso, no es viable construir soluciones demasiado pequeñas o diseñadas para problemas excesivamente específicos. Pensar en global desde el inicio se convierte en un requisito clave, y eso es algo que he aprendido a lo largo de mi experiencia en mercados emergentes.
El mensaje es claro: un emprendedor debe crear productos y servicios que, desde el día uno, puedan funcionar no solo en su país, sino en muchos otros. Aunque haya un proceso de expansión, la visión global debe estar incorporada desde el diseño mismo del producto.
El segundo punto es entender el entorno. Ya mencioné la importancia de comprender la integridad del ecosistema, y esta es una habilidad esencial. El emprendedor debe conocer realmente lo que necesita y, sobre todo, entender que el capital de riesgo no es la única vía. Antes de buscar un fondo, la pregunta debería ser: ¿realmente necesito Venture Capital? Y, en segundo lugar, ¿conozco otras fuentes de financiamiento?
Hoy existen aceleradoras, programas gubernamentales, universidades, fintechs y banca tradicional que ofrecen alternativas diversas para financiar un negocio. Si una empresa ya es rentable o tiene un camino claro para hacerlo, quizá no sea necesario ceder participación. Explorar fuentes alternativas puede ser más estratégico.
Estas tres barreras —la falta de visión global, el desconocimiento del entorno y la dependencia exclusiva del capital de riesgo— limitan al emprendedor. Pero también son aspectos que estamos transformando desde Alto, y constituyen uno de nuestros pilares más importantes.
Desde su perspectiva como inversionista profesional, ¿Cuáles son las tendencias que definirán el futuro del capital de riesgo en los próximos cinco años, y cómo se está preparando usted —y Lanchmon— para liderar dentro de este nuevo escenario?
En Latinoamérica es fundamental trabajar con tres actores clave. El primero son los inversionistas. Desde Latchmun estamos acompañando a family offices, ángeles inversionistas y futuros gestores de fondos en un proceso de transformación de mentalidad y cultura. Nuestro objetivo es guiarlos en esta transición generacional y brindarles herramientas que les permitan convertirse en inversionistas de talla global.
El segundo actor son las startups y los emprendimientos, tanto tecnológicos como tradicionales. Con ellos seguimos la misma lógica: formación en mentalidad y cultura, acompañada de las mejores herramientas del mercado global, centralizadas en nuestra plataforma. Latchmun funciona como un punto de conexión que integra el ecosistema empresarial, permitiendo vincular, con un solo clic, mercados globales y latinoamericanos.
El tercer elemento es la necesidad de sofisticación del ecosistema. Cuando en Endeavor hablábamos de “hablar el mismo idioma”, nos referíamos a adoptar mejores prácticas para identificar compañías, realizar inversiones, gestionar procesos financieros, contables y de auditoría. Profesionalizar el ecosistema requiere educación y entendimiento profundo del activo en el que se está invirtiendo. Actualmente, muchos fondos en Latinoamérica actúan más como seguidores que como líderes en las rondas de inversión, a diferencia de los mercados desarrollados. Esta proporción solo cambiará mediante un cambio de mentalidad y la incorporación de mejores prácticas, y Latchmun está diseñado para acompañar ese proceso en cada etapa.
En cuanto a las tendencias, la primera es que ya no se invierte en ideas sin un camino claro hacia la rentabilidad. Con el capital siendo más limitado, los inversionistas exigen modelos sostenibles y empresas que ya sean rentables o tengan un plan sólido para llegar a serlo. Esto reduce el riesgo del activo, algo que no ocurría en 2021, cuando una buena idea y un mercado atractivo podían ser suficientes para obtener financiamiento.
La segunda tendencia es que hoy se favorece a compañías con clientes reales, rutas claras hacia la sostenibilidad y fundamentos sólidos antes de recibir inversión.
Y la tercera tendencia es la evolución hacia estructuras híbridas. Ya no es extraño que los fondos de capital de riesgo combinen inversiones a largo plazo con líneas de crédito de corto plazo. Estos vehículos están comenzando a operar con modelos mixtos que integran capital y deuda, adaptándose a las necesidades del mercado actual.
A partir de su experiencia acompañando a emprendedores y construyendo su propia trayectoria en inversión, ¿Qué consejo esencial le daría a quienes buscan liderar, innovar y crear impacto real dentro del ecosistema tecnológico y de Venture Capital?
Lo primero —como mencioné al inicio— es que todo lo que construyamos debe tener un propósito genuino. Los emprendedores más influyentes del mundo no crearon sus compañías por ego, ambición económica o el deseo de hacerse millonarios, como muchos piensan. La razón fundamental para emprender debe ser siempre el propósito: resolver un problema significativo y transformar la vida de miles de personas a través de una solución o un producto con verdadero impacto.
Por eso, el mejor consejo es identificar con claridad cuál es el propósito que realmente los mueve. Y si ese motivo incluye objetivos económicos, es importante definir el camino para ejecutar una solución sólida, diferenciada y con impacto real en el mundo.
Al final, emprendemos porque creemos en algo más grande que nosotros. Por eso el primer gran consejo es construir con propósito.
El segundo es mantener una mentalidad global. Desde el día uno, los emprendedores no deben limitarse por barreras económicas, educativas o de acceso. El reto es garantizar que cuenten con las herramientas necesarias para que ninguna idea se quede sin oportunidades, sin conexión o sin energía para crecer. Y ese es justamente el objetivo del launchpad: brindar el acceso, el conocimiento y los recursos para que cualquier fundador pueda construir sin límites.
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